Ni el sabor de la carapulcra ni la sopa seca pudieron tapar el desorden y la falta de civismo de cientos de asistentes al festival “Vive Chincha”. Lo que debía ser una fiesta gastronómica, terminó en un espectáculo asquerosamente bochornoso
Vergüenza ajena. Eso es lo que muchos ciudadanos sintieron al ver las imágenes del festival “Vive Chincha”, donde se repartieron más de 10 mil platos gratuitos de carapulcra y sopa seca para celebrar su reconocimiento como platos típicos de la región Ica. Lo que debía ser una celebración del sabor y la tradición terminó siendo una postal del desorden.
Cientos de personas se abalanzaron sobre la comida, sin respetar filas ni normas básicas de higiene, agarrando los potajes con las manos —algunas, evidentemente sucias— y dejando atrás cualquier rastro de educación o respeto por los demás. Turistas y asistentes observaron con asombro (y algo de asco) cómo la “Cuna de Campeones” se convertía por un momento en la cuna del caos. Un triste reflejo de cómo la falta de cultura puede arruinar una buena causa.
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