Calles convertidas en vertederos al ingreso y salida de San Vicente e Imperial. La falta de civismo ciudadano y la incapacidad edil mantienen a la provincia entre la desidia y el mal olor. ¿Somos sucios por costumbre o por abandono?
En Cañete, la basura dejó de ser un problema ambiental para convertirse en un espejo de lo que somos como sociedad. Las vías de ingreso y salida hacia San Vicente e Imperial lucen desbordadas de desperdicios que los mismos vecinos arrojan sin pudor, pese a los constantes reclamos. Es cierto: las autoridades locales brillan por su inoperancia, pero también es innegable la falta de educación y conciencia cívica de muchos ciudadanos.
No se trata solo de limpieza, sino de respeto: respeto por uno mismo, por el vecino y por la tierra que habitamos. Culpar al municipio es fácil, pero ¿Cuántos esperan que otro recoja lo que ellos tiran?
Cañete merece más que excusas y mugre. Necesita vecinos responsables y autoridades que actúen, no que miren hacia otro lado mientras la inmundicia se acumula al borde de las pistas.
La basura no llega sola; la llevamos dentro cuando la normalizamos.
