Mientras un interno con tratamiento psiquiátrico escapaba sin ser detectado, las autoridades del INPE se enteraban recién ocho horas después. El caso revela una peligrosa red de negligencia, favores y descomposición institucional
La fuga del interno Krisman Nizama Ponce (31), procesado por extorsión y con tratamiento psiquiátrico, ha sacudido nuevamente los cimientos del sistema penitenciario peruano. Las cámaras del penal de varones de Piura, ubicado en el caserío Río Seco, registraron su salida el sábado 18 de octubre a las 10:30 p.m., pero el INPE recién fue notificado ocho horas después, la mañana del domingo.
Este escandaloso retraso derivó en el cese del director Martín Gómez Cango y su subdirector Rogelio Barreto Asencio, además del arresto de cinco agentes penitenciarios.
Todo apunta a un grave caso de negligencia o complicidad interna. Una vez más, el país presencia cómo la corrupción, la desidia y la falta de control abren las puertas —literalmente— de las cárceles.
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