Colegio Miguel Grau, símbolo de la aparente podredumbre estatal, revela grietas y engaños que claman justicia y destapan la cloaca de la ineficiencia y el fraude que corroe el aparato público peruano
La indignación se desborda en Cañete. El flamante Colegio Miguel Grau de Quilmaná, una obra que engulló cerca de 10 millones de soles del Gobierno Regional de Lima, se desmorona ante los ojos de la ciudadanía. La consejera Blanca Vicente Prada ha destapado una olla de grillos: grietas alarmantes en paredes y vigas, intentos burdos de ocultar los daños con masilla, pintura e ¡incluso cinta adhesiva! Un maquillaje grotesco que no logra disimular la podredumbre estructural.
¿Dónde está la supervisión? ¿Quiénes permitieron que esta obra, vital para la educación de estos niños, se convirtiera en un monumento a la irresponsabilidad y, posiblemente, a la corrupción?
Este caso es un doloroso recordatorio de cómo la putrefacción moral se ha incrustado en cada fibra del aparato estatal peruano, minando la confianza ciudadana. Cañete y especialmente Quilmaná – Exige una investigación exhaustiva y sanciones ejemplares.
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