A solo dos meses de su graduación, la vida de Nicole Huamán (2x años), estudiante de diseño gráfico, se truncó cruelmente en Villa El Salvador. No fue asaltada ni atacada directamente; una bala perdida en un violento enfrentamiento entre pandillas la alcanzó fatalmente en el corazón. Su único «error»: vestir una polera negra, confundiéndola con un rival en la oscuridad del caos.
La fatídica noche del 8 de abril, al bajar del bus tras su jornada laboral y a escasos metros de su casa, la violencia ajena le arrebató sus sueños. Inicialmente, la confusión reinó para su familia ante la falta de respuestas claras de las autoridades.
Fue su padrastro, Fernando Tipiani, quien tomó la iniciativa, recolectando incansablemente grabaciones de seguridad. Su arduo trabajo reveló la brutal verdad: Nicole fue víctima inocente de una guerra callejera sin sentido.
Mientras los responsables permanecen prófugos y la justicia parece lenta, su madre, Marina Espinoza, lucha por mantener viva la memoria de su «niña bonita». Esta tragedia expone la creciente inseguridad y la normalización de la violencia en nuestros barrios.
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