El desgaste de la figura del ‘alcalde de los humildes’ pone en evidencia la desconexión entre el poder político y las necesidades reales de la ciudadanía
En los últimos meses, la brecha entre el alcalde provincial de Cañete, Tony Alcántara, y la población se ha ampliado, suscitando preocupaciones sobre la confianza en el sistema político local. A pesar de autodenominarse como el ‘alcalde de los humildes’, su gestión ha evidenciado una alarmante falta de empatía hacia las necesidades de los ciudadanos, priorizando su propia agenda y alejándose de los problemas reales que afectan a su comuna.
Este distanciamiento no es un fenómeno aislado; expertos en política advierten que estamos presenciando una lucha de poder en la que la política se ha convertido en un fin en sí mismo.
Durante casi dos años de gestión, Alcántara ha mostrado escasa conciencia sobre cómo ejercer el poder en beneficio del desarrollo comunitario. La apropiación del municipio por parte de su administración parece ser la norma, donde los principios y el bienestar de la gente son sacrificados en el altar de la ambición personal.
Esta situación plantea serias interrogantes sobre el futuro de la política local y el papel de sus líderes.
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