El contexto desolador pone en tela de juicio la ética y los valores académicos en la UNDC
La reciente asignación de plazas docentes en la Universidad Nacional de Cañete (UNDC) ha desatado una ola de denuncias por presuntas irregularidades y corrupción. Guillermo Cotrina Cabello, quien se benefició con una plaza, ha sido acusado de utilizar certificados laborales falsos para inscribir una empresa en el Registro Nacional de Consultores Ambientales (RNCA), según el Ministerio del Ambiente.
Cotrina, vinculado a la empresa CONSYMIN, presentó documentación fraudulentamente, incluyendo un certificado de una empresa donde no trabajó y otro por servicios no prestados en la Dirección Regional de Agricultura de Huánuco.
La gestión del actual rector, Arnulfo Ortega Mallqui, ha sido cuestionada por su complicidad en el proceso de selección, evidenciado por el silencio de las vicepresidentas Marcia Ibérico Díaz y Janett Vásquez Pérez.
A pesar de las pruebas, la Fiscalía Anticorrupción aún no ha tomado medidas contundentes, lo que genera inquietud sobre la integridad de las autoridades universitarias y la falta de intervención del Ministerio Público.
El contexto desolador pone en tela de juicio la ética y los valores académicos en la UNDC, donde el escándalo de la designación de un «docente» con antecedentes fraudulentos plantea serias interrogantes sobre el futuro de la educación en la región. ¿Cuándo se tomarán acciones concretas para limpiar la universidad y proteger los recursos públicos?
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