El homicida trasladó el cuerpo en un bidón por las calles. Ahora, los deudos exigen la máxima sanción para el asesino
Leydi Brillith era una joven de 28 años, madre de una pequeña, una mujer que se dedicaba a cantarle a la vida. En redes sociales, hace unos meses, la victima mandaba indirectas a su expareja. Se grababa dedicándole melodías o mensajes subliminales.
En las cámaras de seguridad se observa cómo el hombre que decía estar perdidamente enamorado de ella carga a duras penas, un bidón por una desolada calle, estira el brazo para solicitar un mototaxi, pero al ver que nadie desea llevarlo arrastra el pesado recipiente hasta otro lugar deja el contenedor en la vereda y va a su casa para traer un coche para movilizarlo fácilmente.
Las paredes de la casa en Tumbes guardan las marcas del horror que se vivió. Todo se encontraba en desorden, pero con signos de haber sido limpiado. En un pasillo se halló una fila de bidones iguales a los que usó el asesino para trasladar el cuerpo de la víctima, mientras en una esquina entre montículos de cosas se encontraba el coche que utilizo para movilizar el pesado cilindro.
Frank Urbina se ensañó cruelmente con la joven madre de familia a quién no sólo habría golpeado, si no también descuartizado para terminar quemándola en un basural. El cuerpo de Brilith estaba irreconocible. Estuvo más de cinco horas ardiendo, por lo que policías y peritos sólo pudieron recuperar algunas partes que no estaban completamente carbonizadas.
Este hombre de 28 años permaneció completamente tranquilo y contó a la policía detalles del horrible crimen. Involucrado. Al parecer Frank había planeado todo cuidadosamente y aunque ha detallado los acontecimientos de aquella aterradora noche, aún no está claro por qué mató a su expareja.
Aún los restos que quedaron de Brillith, no han sido entregados a sus familiares debido a las pericias que se están realizando, mientras eso sucede su abuela viene velando las pertenencias de la joven, esperando poder enterrar algún día a su querida nieta.
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