Vladimir Cerrón, el lado oscuro del todavía candidato presidencial Pedro Castillo, podía retornar a la cárcel o salir del país fugándose por alguna frontera porosa
Vladimir Cerrón no pasa por sus mejores días. El dueño del partido “Perú Libre, está preocupado por sus recientes derrotas judiciales y el rosario de denuncias y procesos penales –acumulados desde su primera gestión como gobernador de Junín (2011- 2014)– que lo pueden devolver a la cárcel en las próximas semanas o salir del país fugándose por alguna frontera porosa, o a través del uso de un salvoconducto entregado en forma de asilo político por alguna de las embajadas de Bolivia, Nicaragua, Venezuela o Cuba, antes las cuales pretextaría persecución política.
En el evidente pulso por el control del “partido de gobierno” entre el profesor y el cuestionado exgobernador de Junín, este último no tiene el apoyo ni la anuencia de los espontáneos socios de Castillo, o sea los técnicos, políticos y aprovechados que representan a los distintos matices de la llamada caviarada local.
Y no es para menos, los sondeos de opinión pública les dan la razón: nueve de cada 10 peruanos considera que Cerrón no debería tener ninguna participación en un eventual gobierno de Perú Libre (Ipsos, 27 de junio).
Así las cosas, Vladimir y su huestes sufrieron dos derrotas estratégicas después de la segunda vuelta. La primera ha sido la operación fiscal contra los “Dinámicos del Centro”, esta organización criminal al interior de Perú Libre que había convertido la expedición de brevetes en Junín en un gran mercado negro una de las fuentes ilícitas de financiamiento de la campaña del partido del lápiz (Fuente: Revista Caretas)